 
Una de los grandes perversiones que hemos vivido en
Venezuela ha sido la ignorancia. Tanto del pueblo como tal; como de sus
dirigentes designados. En consecuencia hemos venido recreándonos un
karma repleto de insatisfacción por el nivel de incompetencia que se
respira a diario en todo nuestro entorno como país. Para nadie es ningún
secreto que Mr. President; así como todos los presidentes que lo han
antecedido han sido mediocres en cada una de sus gestiones. Realmente no
me atrevería a diferenciar una período con otro, ya que todos han
dependido de los ingresos provenientes del petróleo. Sin este oro negro
nuestra cháchara democrática sería otra. No hubiéramos votado nunca por
un Luís Herrera, Lusinchi, Caldera y un Chávez.
El dinero público en Venezuela es la principal fuente de
riqueza para cuanto incompetente hay en el país. Con y antes de Mr.
President, nuestra estructura gubernamental ha seguido siendo la misma
que ideó Rómulo Bethancourt, quién sentó las bases de un sistema
democrático persistentemente podrido e ineficaz para cumplir con sus
funciones. El vicio de robarse lo público es uno de nuestros grandes
dilemas. Ni siquiera contando con la lealtad de los afamados militares
de la república (pro-golpistas del 92), a quienes se les desvió de sus
tareas habituales y se les involucro en la administración de recursos
del estado, pudieron resistirse a la tentación de robarse lo que no es
suyo. Han pasado a ser tan ladrones como cualquiera y su premiación será
el silencio cómplice de las instituciones del estado, por aquello de
salvaguardar las apariencias. En consecuencia, ya veremos BMW y Mercedes
Benz recorriendo las colapsadas vías de comunicación de nuestro país
tercermundista.

¿Porqué somos Tercermundistas? Sencillamente porque nadie
tiene la más remota idea de como hacer que nuestro país sea prospero en
lo económico sin depender del petróleo y prodigo en su función social.
Nuestras esperanzas se han centrado en darle crédito a cuanta promesa
electoral ha pululado a lo largo de nuestras vidas para luego vivir el
trivial desenlace de que todo los que están metidos en política, buscan
la manera de hacerse ricos a costa de la incredulidad de la gente.
Si cotejamos las promesas electorales de Mr. President con
el cumplimiento de las mismas, pues la resultante dirá que el teniente
coronel ha hecho honor a esta forma de gobernar.

Miente para llegar, una vez alcanzado el sitial sigue
mintiendo más y la burda manipulación engañosa nos la siguen metiendo
por los ojos a punta de petro-real. Como el sostenimiento de esta farsa
requiere de grandes despilfarros del dinero público, el inevitable mal
ejemplo sale a relucir para todos aquellos que están por debajo del
bendito cargo. En conclusión todos roban. Péndejo aquel que no lo hace.
Indudablemente somos un país frustrado que se encuentra
atrapado en un círculo vicioso que no haya como salir de el. Como se
diría popularmente: No pegamos una en este sentido.
¿Soluciones?.... Salir de este mamotreto robolucionario y
sentar con carácter de ley en la nueva constitución que ha de venir
algún día; el establecimiento obligado y sin inherencia posible del
poder ejecutivo de una asignación porcentual sobre el PIB para financiar
las inversiones en lo social y el funcionamiento del resto de lo
poderes.

Cuando tengamos un poder judicial financiado directamente
por la constitución sin depender de la buena pro del poder ejecutivo, es
cuando comenzará a surgir la verdadera aplicación de la ley. Corrupto al
frente, corrupto preso. Aunque parezca irónico en tiempos de Pérez
Jiménez el poder judicial contaba con el 3% del PIB y actualmente
viene siendo el 0,00001 de algo que alguna vez fue. Policías y ladrones
no pueden obrar juntos. Estos últimos se tragan a los primeros.
Igualmente en lo social. Si Venezuela contará con el 5% del
PIB destinado a esta materia sin depender del poder ejecutivo, seríamos
una potencia mundial en educación, salud y vivienda. No obstante; si
prevalece las mentiras del gobernante de turno sobre estas áreas pues
seguiremos condenados a la miseria sean Adecos, Copeyanos, emeverristas,
comunistas, anti-imperialistas y demás entes atrofiantes del desarrollo.
La arrechera que en lo personal tengo por Mr. President y
por la oposición oportunista, es de ligas mayores. La falta de voluntad
para cumplir lo prometido no tiene nombre.
¡Azúcar!
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